Cuando anunciaron el fichaje de Zinedine Zidane
como entrenador del Real Madrid muchos fueron los comentarios escépticos
sobre su capacidad de guiar a un equipo de súper-estrellas. Sin la experiencia
ni las habilidades mínimas para manejar un vestuario de semejante envergadura,
se le dio el control del club más importante del mundo, sólo tenía como credenciales la experiencia y elegancia que tuvo como jugador. Con la Liga casi
perdida y la Champions League sostenida por pinzas Zidane se echó el
equipo al hombro y cargo con la responsabilidad, desgastante, que significa
sacar adelante un vestuario lleno de egos personales y aspiraciones grupales.
Y aquí estamos, dos años y medio después de aquel
Enero en el que el Madrid fue sacudido. Tal sacudida que provocó el
tricampeonato europeo, que provocó el record de más partidos consecutivos
anotando goles, que provocó tener 9 títulos en las vitrinas de la casa blanca.
Tan solo el tricampeonato de la Champions League ya provoca admiración en todo
el mundo; la verdad es que en nuestras vidas, difícilmente veremos algo
parecido. Tres campeonatos seguidos en el torneo más deseado y competitivo del
planeta a nivel de clubes, es un logro que no alcanzamos a dimensionar en su
justa medida. Esto se debe a la misma naturaleza del fútbol, este deporte sigue
una lógica de inmediatez: “eres tan bueno como el último partido que jugaste”,
no hay más, lo fugaz es lo de hoy, en un mundo marcado por el consumismo, la innovación
marca la continuidad del mercado y de nuestra realidad material; el fútbol no escapa a ello. Es por eso que
la consistencia se ve como algo insólito, un mismo grupo de jugadores se
mantuvo en lo más alto durante tres temporadas seguidas, es de admirarse.
De manera personal, pienso que el logro más alto,
en el ámbito futbolístico, fue la final de Cardiff contra la Juventus, sobre
todo el segundo tiempo de aquel partido en el que el Real Madrid le pasó por
encima a un equipo aguerrido y que no regala ni un centímetro en el campo de
juego. Ese año se gana La Liga, pero el inicio de ese ritmo ganador empieza desde
el primer día del francés en el banquillo; en la primera fase de Zidane como
entrenador estuvo a 1 punto de coronarse campeón y solo con media liga
dirigida. De aplaudir, el hacer de un grupo ganador, más ganador y que todo estuviese
en aparente armonía.
Muchos pensamos que esa sería el clímax de tan romántica historia, porque las cosas empezaron a vislumbrarse negras cuando en la tercera
temporada, la suspensión de Ronaldo en la Liga y la falta de compromiso del
grupo hicieran que el equipo “invencible” fuera vapuleado por el Barcelona en la
Liga y eliminado de la copa por el modesto Leganés.
Lo cierto es que Zinedine Zidane es elegante,
fuera y dentro del campo (lo que me lleva a pensar que las palabras de
Materazzi en el mundial tuvieron que ser fuertes para que el astro francés
perdiera la cabeza de esa forma en la final de la Copa del Mundo). Le supo dar
al Madrid una identidad y unión de grupo, sin ser el gran entrenador táctico, con conceptos simples fue Rey de Europa durante tres años. Ahora la
pregunta que está en el aire y en boca de todos ¿Continuidad o Cambio? Sea cual
sea el camino que se tome, ¿Se podrá mantener el equipo blanco en la cima?
Por el momento, antes de que empiece la fiesta
mundial de fútbol, es momento de detenernos, mirar lo que ha hecho el Real
Madrid en estos tres años y darle gracias a Zinedine Zidane por hacer del Real
Madrid un equipo más grande (si es que eso es posible) de lo que ya era en
Europa. Llegaste y te fuiste por la puerta grande, como jugador y técnico; gracias
Zizou.
